¿Qué excusas te pones?
En la carta anterior tiraba de un cliché publicitario. En esta carta, tiro de otro.
Esta carta la escribo al calor de la leña del pueblo, cuando hemos terminado de comer. Un día de invierno - sí, seguimos en invierno - que hace un frío que pela. De esos días que te apetece salir a la calle lo mismo que te apetece que te peguen. Es decir, nada.
En cambio, este frío tiene una connotación especial porque estoy en el pueblo y eso siempre, siempre es especial. Así que no importa que haga frío o calor porque si importara estaría poniendo excusas. Y, precisamente de eso, vamos a hablar hoy.
Sí, todos nos ponemos excusas para no llevar a cabo la simpleza de la vida.
Unos se ponen de excusa el trabajo. Otros, la familia. Otros dicen que quieren ganar dinero para sostener a la familia cuando lo que quieren es no verla y ya la verán cuando se estén muriendo. Otros dicen que quieren seguir con el dolor porque seguro que de ahí “no me viene” y puedo tomarme una pastilla y seguir tirando. Otros dicen que parar es innecesario. Otros dicen que el resto de personas se equivocan. Otros dicen la famosa frase de “no puedo” antes de intentarlo…
Aquí hay excusas para dar y tomar y me estoy dejando miles de ellas en el tintero. Pon la que te estés contando tú.
Yo creo que esta carta podría acabar aquí. Porque solo con esto ya sabes a qué me refiero. En cambio, como soy como soy, voy a continuar.
Lo complicado de escribir - y de la vida - es continuar cuando algo está terminado y, además, está bien que esté terminado. Pero, como la vida continúa, esta carta también lo va a hacer. Ella solita, sin mi ayuda.
Excusa proviene del latín y significa estar libre de cargo. Claro, la responsabilidad de la elección la sentimos como una carga. Lo que no vemos es que, cuantas más excusas, más carga. Cuantas menos excusas, menos carga. Cuantas más excusas, menos elecciones. Cuantas menos excusas, más resoluciones.
Trabalenguas sencillo, ¿no?
Libre de cargo…ese es el principal motivo por el que nos motiva poner excusas, por el que obtenemos una ganancia cada vez que ponemos una y el que nos hace tener deseos de poner más.
Tendemos a ver la vida como algo fatalista. Es decir, como si la decisión que tomo hoy fuera a cambiar el rumbo de los acontecimientos del mundo mundial. En realidad, es así, pero solo hasta cierta medida. Lo que yo haga aquí y ahora no implica que a una persona que viva en China le vaya a cambiar la vida. Y, lo mejor de todo, si eso llegara a suceder sería porque realmente tengo que hacerlo y no habría excusa tan fuerte como para impedir que yo haga lo que debo. ¿Me explico?
Entonces, personalmente, creo que hay que ser un poco laxo con el tema de las excusas y sería recomendable verlas como son: relativas. La excusa del “no puedo” cuando estas haciendo ejercicio o del “no tengo tiempo” para no hacer ejercicio, es una excusa de las que sí van a cambiar mucho tu propia vida y te van a liberar de carga. En cambio, cada vez que te pones dicha excusa, acumulas carga.
Esto es algo similar al karma del que hablan en la filosofía budista. Ese karma que vas acumulando según tus acciones. Siguiendo esta línea de pensamiento, cada vez que te dices una excusa y la excusa consigue llevarse el gato al agua, ganas karma negativo.
Pero ojo. Si esa excusa es necesaria porque te saca de la hipermegaproducción que dice la sociedad que debemos hacer, esa excusa es necesaria.
Por ejemplo:
Siento pereza de ponerme a trabajar.
¡Claro! ¿Cómo no vas a ponerte esa excusa si llevas trabajando y desgastándote no se cuánto tiempo? Es decir, utilicemos la filosofía del contexto - esto del contexto lo saben mejor las personas que cogieron la clase de “patologías digestivas: Estómago” - para vivir mucho más relajados/as.
Sabiendo todo esto, ¿tienen sentido las excusas?
No, ninguno. Porque cuando pones la excusa por un beneficio o necesidad Real, no es excusa, es tener sentido común.
Al sentido común ahora lo llaman cuidarse. Yo lo sigo llamando sentido común. Me resulta más cómodo no cambiar las cosas de nombre ni confundir a la gente. Me gusta la concreción, qué le voy a hacer.
Utilizar el sentido común te garantiza estar bien. Incluso cuando estás “mal”, estás bien si utilizas el sentido común. Fíjate en un detalle: digo “el” sentido común y no “tu” sentido común. Para que veamos, una vez más, que el lenguaje es importante. El sentido común es algo único, no se puede variar ni se puede opinar acerca de él - a ver, por poder, se puede, hay gente para todo… - así que no busques 5 pies al gato.
Y para terminar la carta…me despido recordándote que mañana hay clase.
Si quieres acceder en directo, dímelo. Aunque quizá lo haga diferente y buscaré la manera de hacerlo en directo en YouTube. Mi nivel de tecnología es bajo 0, pero buscaré la manera. De esa manera, simplemente te dejo el link por si quisieras acceder.
Nos vemos pronto.